Todo iba bien

El alboroto en la Sala Común de Gryffindor era cada vez mayor, Hugo Weasley se aferraba a la muñeca de su prima y halaba de ella cada vez que Lily se movía aunque sea un centímetro.

—¡No! ¡Por favor no vayas! ¡Si vas, Albus va a matarme! —Hugo pedía casi chillando a su prima mientras se sentaba en el suelo aferrado de las delgadas piernas de Lily con brazos y piernas— ¡No te dejaré, aunque tenga que hacer el ridículo!

—¡Deja de ser infantil, me estás avergonzando!

Lily se estaba poniendo tan roja como su cabello mientras se acomodaba la falda para que su primo no fuese a ver su ropa interior ni de chiste.

—¡No la sueltes, Hugo, ya casi llega James!

Albus Potter avanzó a zancadas desde la puerta hasta donde se encontraban Hugo y su hermana. Los alumnos de Gryffindor sólo miraban y susurraban cosas entre ellos mientras atravesaban la Sala Común para salir.

Rosebud Weasley se encontraba también ahí, pero completamente ajena a todo, sentada en el sofá de la Sala Común y con la nariz metida en un libro de pociones.

—¡Podrías ayudar! —Casi le gritó Lily, desesperada mientras su primo y su hermano la hacían retroceder hasta los dormitorios. Rosebud ni se inmutó.

Entonces llegó James, alto y apuesto aunque despeinado y un poco sudado por correr, miró a su hermana menor y lo primero que salió de su boca fue un gran «No»

Lily hizo un puchero y empujó a su hermano y primo con todas sus fuerzas; aunque apenas logró sacudirlos, ellos la soltaron y se alejaron hasta donde estaba Rosebud, dejando que el mayor de los Potter se encargara de la situación. Entonces comenzó una confrontación bastante más fuerte que antes, aunque casi todos ya habían salido de la Sala Común para ir a Hogsmeade.

—¿Por qué no nos ayudaste? —Dijo Hugo con una mirada acusadora a su hermana.

—Ustedes son dos adolescentes varones tratando con una niña de trece años, no necesitaban mi ayuda.

—¡Oh, sí que la necesitábamos! —exclamó Albus— ¡Lily puede transformarse en una leona cuando se enfurece! Cuando pelea con papá o mamá, ni James se atreve a salir de su habitación, ¿sabes?

Rosebud se encogió de hombros mientras cambiaba la página del libro.

—Como sea, tenemos exámenes en unas semanas y tengo que estudiar, no sé cómo se atreven a perder el tiempo yendo a Hogsmeade.

—Sabes que Pociones es mucho más que la teoría, ¿verdad? —le dijo Albus— Necesitas saber más que el libro para subir tu calificación.

Rosebud miró a su primo por encima del libro, tenía una mirada tan fría que parecía que iba a matarlo tan sólo con eso. Albus sintió escalofríos y desvió la mirada hacia sus hermanos, que ahora estaban hablando a los gritos, y decidió intervenir antes de que llegara la profesora McGonagall.

—¡Dile que me deje en paz por una vez! —gritó Lily a Albus, tenía la cara roja y los ojos cristalinos— ¡Defiéndeme por una vez! ¡Soy tu hermanita! ¡Defiéndeme!

Era verdad que Lily era su hermana menor y que él nunca la defendía cuando peleaba con James, pero en esa ocasión especialmente no quería tener que elegir de qué lado estaba. Y si tenía que elegir, elegiría a su prima Rose.

Rosebud y Albus habían estado juntos desde siempre, y su amistad había crecido y se había profundizado desde que entraron a Hogwarts y a Gryffindor, se habían convertido en una especie de dúo dinámico desde entonces y se contaban y ayudaban en todo. Hasta que conocieron y se hicieron amigos de Scorpius Malfoy. Albus recordaba perfectamente el momento en qué Rose comenzó a guardarle secretos, a finales de segundo año, durante el verano y hasta su primera ida a Hogsmeade, cuando Rosebud le confesó sus sentimientos.

—¡Sólo déjenme ir! —Chilló Lily— ¡Por favor!

Albus miró a Rose sentada junto a su hermano, con la cara escondida tras el libro, y entonces se dio cuenta de que su postura no era la de siempre.

—¡Que no, y es mi última palabra!

Rosebud Weasley tenía una postura de estudio muy estricta, tanto que si algo faltaba no podía concentrarse en nada hasta conseguirlo. Rosebud siempre se sentaba en el sofá dando la espalda a la chimenea para que la luz del fuego no molestara mientras leía, cruzaba sus piernas, la izquierda sobre la derecha, y con la mano derecha sostenía el libro mientras que la izquierda la mantenía sobre su rodilla, sosteniendo una taza de té de hierbabuena o una barra de chocolate. En esta ocasión Rosebud se encontraba de espaldas al fuego, con la pierna izquierda sobre la derecha y estrangulando una rana de chocolate y una varita de regaliz con la mano izquierda y el libro un poco ladeado.

—Lily —comenzó a decir con tranquilidad Albus—, deberías preguntarle a Rose si puedes ir.

—¿Qué? —Se sorprendió Lily.

—¡¿Qué?! —James quedó atónito.

—Que le pregunte a Rose —dijo Albus a James—. Deja que alguien neutral tome la decisión, ¿y quién mejor que nuestra prima?

James se lo pensó un minuto antes de acceder. Lily se limpió las mejillas y se acercó a su prima, se sentó frente a ella y liberó a la rana de su agonía cuando tomó la mano de Rose con ambas manos. Rosebud bajó el libro lentamente y miró a los ojos castaños y brillosos de su prima.

—Rose, ¿podrías, por favor, dejarme ir en una cita con Scorpius Malfoy?

Rose no tardó en pensar ni un minuto ni hizo caso de las señales de negación que hacía James a espaldas de Lily para contestar:

—Claro, ¿por qué no?

Lily sonrió ampliamente y se abalanzó sobre su prima para abrazarla mientras agradecía. Aún mientras corría a trompicones hacia la salida de la Sala Común iba dándole las gracias.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿En qué cabeza cabe…? —James se pasó una mano por el cabello, frustrado, mientras se alejaba refunfuñando y lanzando miradas acusadoras a su prima.

Hugo se levantó de un salto y salió corriendo, había quedado de encontrarse con unos amigos de Hufflepuff y hasta que se acabó la pelea lo había recordado, se despidió de su hermana y primo con un gesto de la mano mientras tomaba su mochila y salía de la sala.

Albus se sentó junto a su prima, con los brazos extendidos y los pies sobre la mesita de café que había en la sala.

—¡Ah, míranos, solos como nadie más! —comenzó a decir— ¡Estrangulando ranas de chocolate y varitas de regaliz! —Dijo mientras se comía la rana deforme que Lily había rescatado demasiado tarde.

Rosebud apenas se rió mientras dejaba el libro de Pociones sobre la mesa.

—Sabes que puedes llorar en mi hombro siempre que sientas ganas de hacerlo.

Albus miró serio a su prima y ella subió las piernas al sofá y se acomodó entre los brazos de su primo, con la cara escondida en su hombro. Las lágrimas comenzaron a salir a borbotones, empapando el suéter de Albus.

—No es necesario que te fuerces, ¿sabes? Si Lily supiera ni siquiera hubiera aceptado ir con Scorpius —comenzó a decir—. Somos una familia y tenemos que ser más abiertos con todos, no sólo entre nosotros dos.

—Es que… no puedo creer que haya fijado en alguien como Malfoy —chilló Rosebud sin soltarse de Albus.

—Lo dices como si siempre hubiera sido así. Antes solía ser genial, ¿recuerdas? Por eso te enamoraste de él, siempre nos sacaba de los problemas en que nos metíamos y… —Rosebud se separó para mirar a Albus a los ojos— bueno, los problemas en que yo nos metía… El punto es que hasta que le rompieron el corazón comenzó a portarse como ahora, pero pasamos buenos momentos juntos, ¿cierto?

Rosebud se secó las lágrimas y se sentó al lado de su primo.

—Nunca te atrevas a romperle el corazón a una chica —le advirtió—. O yo misma le ayudaré a sabotearte.

—¡Oye, oye! Si nadie me dice que siente algo por mí ¿cómo voy a saber si no le estoy rompiendo el corazón a alguien?

Rosebud suspiró y tomó de nuevo su libro.

—La verdad no tengo ánimos de estudiar, ¿crees que alcancemos los carruajes para ir a Hogsmeade?

Albus le quitó el libro y se levantó de un salto.

—¡Habrá que ver! —Tomó a su prima de la mano y haló de ella para ayudarle a levantarse. Dejaron el libro sobre la mesa y salieron corriendo de la Sala Común.

Cansados y con sudor en la frente, apenas alcanzaron el último carruaje. Al llegar a Hogsmeade Albus vio a Lily alejarse tomando a Malfoy del brazo y de inmediato se llevó a Rosebud en la dirección opuesta.

Pasaron el rato en Honeydukes y, aunque Rosebud se había negado a ir en un principio, compraron algunas cosas bombas fétidas entre otros artículos de bromas en Zonko.

—No tienen tanto material como en Sortilegios Weasley, pero esto me ayudará a jugársela a James cuando crea que es mi jefe.

—Mientras no armes un gran revuelo, me haré de la vista gorda —prometió Rosebud.

Se dirigían a ver la Casa de los Gritos, donde sus padres habían descubierto la verdad sobre Sirius Black y la muerte de los abuelos de Albus, cuando de camino encontraron a Lily en una pelea de bolas de nieve con Scorpius, estaban por marcharse sin decir nada pero Lily los vio y les pidió que se unieran.

Ante las negativas de su hermano, Lily no vio más remedio que lanzarle una bola de nieve a la nuca.

Con la guerra declarada, formaron dos bandos y Albus y Rosebud se escondían tras unos árboles mientras Lily y Scorpius lanzaban bolas de nieve sin piedad.

—Aprovecha y desquítate —le dijo Albus a Rose—, lánzale una bola enorme a la cara y si lo tumbas, sepúltalo.

Rosebud se rió, en verdad rió feliz, y se esforzó para lanzar bolas de nieve a Malfoy en la cara a cada oportunidad que tuvo, aunque en casi todas falló.

La pelea terminó cuando Scorpius y Lily se rindieron y después de sacarse toda la nieve de encima Scorpius los invitó a tomar algo a Las Tres Escobas antes de que tuvieran que volver a Hogwarts.

—¡Pudimos haber ganado! —decía Lily mientras terminaba de beber su hidromiel— Eres un poco débil, Malfoy.

—¿Débil? ¡Desde antes que llegaran me estabas machacando a golpes!

—¿Lo ves? Desde antes que llegaran yo ya te estaba ganando en una pelea.

—¡Vamos, no iba a usar toda mi fuerza en una pelea con una chica, no soy un abusivo!

Lily se rió y se levantó de la mesa.

—Voy por más hidromiel, ¿quieren que les traiga algo?

—Me gustaría otro jarabe de cereza —le pidió Rose.

—Te acompaño —Albus se levantó—, yo también quiero más cerveza de mantequilla. ¿Te traigo una, Scorpius?

—No, así estoy bien.

Los dos Potter se alejaron y dejaron a Rosebud y Scorpius solos. Cuando se alejaron lo suficiente para que éstos no les oyeran, Albus preguntó:

—¿Y cómo iba tu cita con Malfoy antes de que apareciéramos?

—Oh, eso… muy bien. Si lo hubiera planeado no hubiese salido tan perfecto —dijo con una sonrisa.

—Qué bien. Si se atreve a lastimarte o algo, no dudes en decirme.

Lily soltó una carcajada y pidió su hidromiel y el jarabe de cereza a la par que Albus pedía su cerveza de mantequilla.

—¿Por qué iba a lastimarme? Sólo nos estamos divirtiendo, como amigos.

—¿Qué no dijiste que era una cita? Obviamente Scorpius quiere ser más que tu amigo.

—No, ¡no! ¡Por Dios! Es guapo, ¡pero no me gustan los rubios!

—¿Entonces eres tú quien juega con él? —Albus abrió los ojos como platos. ¿Qué pasaba por la mente de su hermanita de trece años?

—¡No! ¡Y deja de querer sacar tus conclusiones o te lanzaré una maldición!  —Lily hizo ademán de sacar su varita— Scorpius me ha estado hablando porque quiere volver a acercarse a ustedes, cuando me invitó a pasar el día con él aquí fue porque quería que habláramos de ello, no tiene idea de cómo volver a ser su amigo, es un desastre.

Albus miró atontado a Lily. ¿Qué era lo complicado de volver a hablar con él? Con Rose, seguro que había problema, pero con él…

—Y también —continuó diciendo Lily— me contó lo de Rose. ¡No tenía idea! ¡Ella es siempre tan callada, tan reservada con todos!

—Sí, bueno…

—Aquí tienen —Rosmerta les dio una bandeja con sus bebidas, Albus la tomó y regresaron a la mesa.

Para sorpresa de ambos, Rose y Scorpius no estaban inmersos en un silencio incómodo ni en una guerra de miradas, estaban charlando y riendo, como solían hacer antes.

—Perdón, perdón —decía Rose entre risas.

—Sí, bueno —decía Scorpius—, seguro que cuando me duche terminaré de sacar toda la nieve de mi cabeza. Lanzas muy bien, deberías entrar al equipo de Quidditch.

—No podría, me mareo muy rápido con las escobas.

Lily le pasó su jarabe de cereza a Rose mientras se sentaba a su lado y Albus se sentaba junto a Scorpius. Parece que no habría ningún problema con que Rose y Scorpius volvieran a ser amigos.

Albus jamás se sintió más feliz de haberse equivocado. Todo iba bien.

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