Siete vidas

Siete vidas. Igual a un gato.

Mi primera vida fue en Francia, hace unos cien años, quizá más. Vivía de la manera más humilde que uno se pudiera imaginar. Era un niño. Pobre. Flacucho. Hambriento. Mi madre había muerto al nacer yo.

Crecí, conocí a alguien. La mujer más hermosa que uno se pudiera imaginar.

Rubia. Facciones finas. Cabello larguísimo.

Perfecta.

Me casé. Tuve un hijo.

Morí.

Mi segunda vida fue en España.

En esta vida nací como mujer. Aunque lesbiana.

Me enamoré de mi mejor amiga.

La homosexualidad era considerada una enfermedad en ese entonces.

Morí joven. Sin ser correspondida. Me suicidé, justo el día después de su boda.

No podía hacerlo el día en que se casó. No podía arruinar su día.

Se veía realmente bella. Su cabello moreno estaba recogido. El color del vestido contrastaba perfecto con su piel de porcelana.

Mi tercera vida fue en Italia, por lo menos en la infancia. Volví a nacer como mujer. Mi padre golpeaba a mi madre y mis hermanos mayores a mí.

Mi madre era irlandesa, y para que yo dejara de sufrir el mismo maltrato que ella, me envió a vivir con sus padres. Ella murió unos años más tarde.

Conocí a alguien. Un muchacho. Guapo, de verdad, muy guapo.

Aunque era un patán.

Mi abuela quería que me casara. Mi abuelo no.

Pasaron un par de años y él se casó. Le envié el regalo de bodas por correo.

Me libré.

Varios años más tarde, viajé a Escocia. Conocí el Lago Ness. Nadé en él.

En ese momento decidí que, sin importar qué, en mi próxima vida sería escocesa.

Ocurrió tal cual. Morí vieja y arrugada. Sola. En una casa de una habitación, con una diminuta cocina y apenas un baño decente.

En mi siguiente vida, era escocesa.

Me aburrí de Escocia. Sentía que ya lo conocía todo de allí.

Nunca aprendí a nadar. Nunca me enseñaron.

Morí ahogada, a los siete años.

En mi quinta vida volví a España.

Crecí siendo la hija de un pintor que nunca le mostró sus obras al mundo. Apenas me las mostró a mí. Mi madre y él me enseñaron lo que era el arte.

Me enseñaron de todo a todo. Desde la pintura hasta la poesía.

Mi padre era un carpintero. A ratos. Al menos nunca nos faltó nada.

Todo fue más fácil, lamentablemente, cuando mi madre murió de alguna enfermedad de la que papá no podía pagar el medicamento.

La muerte de mamá inspiró a papá. Hizo su última y más grandiosa creación.

Un tipo rico quería comprarla. Papá nunca cedió. Prefirió destruirla él mismo a venderla.

Poco tiempo después, murió cuando lo atracaron. Un mal golpe en la cabeza lo mató.

Morí de hambre, mezclada con tristeza. La depresión no me dejaba probar bocado. Depresión por mamá, por papá, por el arte que nunca pude expresar.

Tenía diecisiete.

En mi sexta vida, soy mexicana. Nacida en el '95.

Crecí llenando mi cabeza de fantasías. Lugares como Nunca Jamás, el país de las maravillas, Hogwarts, Narnia, son mis verdaderos hogares.

Soy contradictoria. Quizá bipolar. Amante de los libros. Un intento de escritora.

Anhelo llegar a Londres, vivir allí, ser una gran escritora y tener una familia grande (tanto como la familia Weasley, de Harry Potter)

Escribiendo a ratos, cuando mi musa, una rubia caprichosa (Rubia. Ahora todo tiene sentido, ya que volteo a recordar mi primera vida), se digna a venir a hacerme compañía.

No hay mucho qué decir de mi sexta vida. Apenas empieza.

Y mi séptima vida, la última, es un misterio para mí.

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