1 de septiembre de 2017

All was well

- ¿Qué haces aquí?
Te miro, a través de mi cabello todo desordenado. Te miras más alto, pero es sólo porque estoy sentada en el suelo. Te sientas a mi lado y me miras.
- Estás loca -dices, luego sonríes-. Muy, muy loca.
Te sonrío.
- Lo sé.
- Nadie va a venir.
Miro a mi alrededor. King's Cross está lleno.
- Yo veo mucha gente.
Te ríes.
- Ningún mago va a venir.
Miro mi libro de reojo.
"Epílogo: 19 años después"
- Es 1 de septiembre, alguno vendrá.
- Ninguno va a cruzar si estás sentada justo en la barrera.
Suspiro. Tienes razón, te detesto por tener razón, y te das cuenta de mi pensamiento.
- ¿Cuándo te vas a acostumbrar al hecho de que yo siempre tengo la razón? -Sonríes. Tu sonrisa torcida y socarrona, te aprieto la nariz.
- Calla, gordo. -Me río; estás delgado, pero aún así siempre has sido y serás mi gordito. Te arrastro, apretando tu nariz, y nos alejamos un poco del andén 9 y el 10.
Miro en todas direcciones, nada. Reviso mi reloj constantemente. Aún no son las once, aún hay tiempo. ¿Por qué nadie llega?
Me abrazas.
- Tonta -me dices.
- Tonto. -Te saco la lengua y me río.
Faltan quince minutos y serán las once, siento ganas de llorar. Me abrazas más fuerte y justo entonces, con mis ojos empañados, distingo algo. Una mujer pelirroja y una niña muy parecida a su lado, de la mano, se acercan al andén 9. Me seco rápido las lágrimas y al segundo siguiente ya no están. Volteo a mirarte, sorprendida, pero tú ni cuenta te das. Distraído, como siempre, incluso más que yo.
No te digo nada, pues me distraigo con el niño que pasa empujando un carrito en el que lleva un enorme baúl, y me quedo boquiabierta cuando veo a un hombre de ojos verdes y cabello negro azabache despeinado ayudando a un niño muy parecido a él con su carrito.
Se acercan al andén 9, están por llegar, mi respiración se corta... a una enorme familia se le ocurre pasar en ese momento y me impiden ver cómo, seguramente, cruzaban hacia el andén 9 y 3/4.
Sonrío, orgullosa. Con lágrimas de felicidad en los ojos.
Los vi.
Te das cuenta de que lloro y me preguntas qué me pasa. Te miro y te sonrío. Te abrazo fuerte.
-Nada -te digo-. La cicatriz no le había dolido a Harry en diecinueve años. Todo iba bien.

Comentarios